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Rosas Epilogo - Zutara

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Rosas

Epilogo

Muchas sorpresas tuvieron en su vida al estar juntos, cuando llevaban ocho años de casados, sus hijos mayores Hakoda de siete años y Ursa de cinco le dieron una gran sorpresa a su padre.

- ¡Papá, papá! – Llegaron corriendo a su lado interrumpiendo un casual encuentro entre Zuko y los monjes del templo.

- ¿Qué sucede? –Pregunto seriamente, la reunión que tenía no era muy agradable. Hakoda al notar el tono de voz y al ver a su hermana apagarse a él se disculpo.

- Lo sentimos padre, no era nuestra intención molestarlo – Zuko se arrepintió de su rudeza, lo que menos quería era cohibir a sus propios hijos.

- No era por ustedes, yo lo siento, ahora díganme que sucede – Dijo bajando a su nivel dándoles una sonrisa que respondieron de inmediato.

- Mostrémosles Ursa lo que podemos hacer – Dijo Hakoda dando coraje a su hermana quien se soltó de él, y al mismo tiempo que su hermano produjo una pequeña flama entre sus manos. Tanto Zuko como los monjes del templo se sorprendieron, los dos hijos mayores del señor del fuego eran maestros fuego, ahora podían decir que Hakoda sería el sucesor al trono, los monjes se fueron de inmediato a dar las noticias, mientras que Zuko se quedo con sus hijos a solas.

- Veo que su madre tenía razón – Dijo sonriéndoles y acariciándoles las cabezas, su hijo, moreno de cabello castaño y ojos dorados al igual que su hija.

- ¿Qué dijo mamá? – Pregunto la pequeña

- Dijo que ustedes tenían el sol en sus ojos, por tanto que no me sorprendiera tanto si llegaran a ser maestros fuegos.

- Entonces le iré a mostrar a ella, debe estar con Kanna…

Sus hijos no sorprendieron tanto a su madre como a su padre, Katara la cual portaba nuevamente una barriga, cuidaba de su hija más pequeña de solo tres años, Kanna, quien era idéntica a su padre salvo que tenía los ojos de su madre. La pequeña estaba impresionada por sus hermanos.

- ¿Creen que Kanna llegue a ser maestro fuego? – Pregunto Hakoda al tratar de alejar a su hermana menor de la pequeña llama que tenía en sus manos mostrándola a su madre.

- Nada se sabe hasta que se sabe – Le contesto Katara, obteniendo la firme respuesta cinco años después.

- ¡Mamá! – Gritaba un pequeño de cuatro años por las habitaciones buscando a su madre.

- ¿Qué sucede Soruk? – Pregunto al salir de la habitación con su hija Rin de solo año y medio en brazos viendo a su desesperado hijo corriendo por todos lados.

- ¡Mamá! – Grito corriendo hacía ella aforrándose a sus piernas.

- ¿Qué sucede? – Su hijo subió la cabeza con lágrimas recorriendo sus dorados ojos, era la única diferencia que tenía de su tío Sokka.

- ¡Kanna congelo a Hakoda y Ursa al lado del estanque! – contesto exaltado.

Katara corrió seguida por Soruk hasta el estanque donde vio a sus dos hijos mayores congelados tratando de descongelarse y a Kanna tendida en el suelo llorando al no poder sacarlos de allí. Katara rápidamente saco el hielo de sus hijos quienes ellos mismo trataban de tomar algo de calor, se dirigió donde su hija dejando a Rin en el suelo junto a su hermano.

- Kanna¿Cómo hiciste eso?

- No lo se – Dijo sollozando, katara la miro dulcemente a ver si eso la calmaba, Kanna la miro directamente a sus ojos, era la única que se parecía a su padre, y a la vez la única que tenía sus ojos azules -. Vi que estaban peleando y me asuste, quise detenerlo, solo moví mis brazos sin ver, y de repente estaban congelados.

- ¿Y ustedes porque estaban peleando? – Pregunto a sus hijos mayores quienes aún tiritaban.

- No estábamos peleando, estábamos practicando – Le contesto Hakoda, abrazando a su hermana para compartir algo de calor. Katara se acerco a ellos se saco la parte a de arriba de su túnica y los abrigo.

- Kanna, no te precipites a todo lo que vez¿está bien? – Le dijo dulcemente mientras se dirigía hacía ella y la levantaba del suelo.

- Y por lo que veo tenemos una maestra agua en la familia.

- ¿Maestra agua igual que tu? – Pregunto sonriente.

- Así es – Le sonrió de vuelta su hija.

Aunque no fue la última vez que tuvo que descongelar a uno de sus hijos por el descubrimiento de uno de estos, así como tampoco tuvo que dejar de curar quemaduras por los descubrimientos de los otros, así como sucedió diez años después de este ultimo suceso.

- ¡Papá!, Roku quemo a Mei Ling – Corría hacía Zuko en esta ocasión Aylen, su hija de cuatro años quien demostró ser una de las excepciones de la regla junto con su hermano menor. Si no fuera su hija podría pasar totalmente por alguien de las tribus de agua, morena, cabello castaño, ojos azules, todos sus hijos de piel morena y cabello castaño tenían su color de ojos dorados y demostraban ser grandes maestros fuego con el tiempo como Hakoda, Ursa, Soruk, Rin y Roku, y a la vez todos quienes eran físicamente parecidos él tenían ojos azules y demostraban ser maestros agua, a diferencia como dijimos antes su hermano menor de ahora tan solo un año Saio, quien era idéntico a él, además de tener sus ojos dorados… tanto para él como para Aylen no se podía determinar si serían maestros de algún elemento, pero se tenían en cuanta en que podrían llegar a ser.

- ¿Dónde están?

- En el jardín de mamá, no la pude encontrar.

- Vamos a verlos primero, después buscamos a tu madre – Pero no fue necesario, cuando llegaron Katara ya se encontraba con sus hijos, Roku de siete años estaba totalmente empapado y Mei de ocho años sollozaba en lo que su madre con sus habilidades trataba de curar su brazo.

- ¿Qué fue lo que paso aquí? – Pregunto Zuko al ver a sus hijos en tal estado.

- Trataban de imitar a Ursa y Kanna en sus combates por lo que entendí entre sollozos – Le contesto su esposa

- ¡Pero si aún no han aprendido a controlar lo suficiente como para andar batallando! – Le respondió algo exaltado.

- Creo que eso ya lo aprendieron – Le contesto Katara soltando el brazo curado de su hija.

- ¡Lo… siento…! – Roku se acerco a su hermana tiritando quien aún sollozaba, esta solo lo abrazo.

Pero no solo tuvo que curar quemaduras, descongelar, si no también curar varios golpes, después de todo sus hijos no solían ser los más tranquilos del mundo, sobre todo cuando visitaron a sus primos en Omashu, de parte de Sokka y Suki estaban Jamir de veinticuatro años y La Tsu de diecinueve al igual que Ursa, pero ellos no eran el gran revuelco sino de parte de Aang y Toph; Gyatso de la edad de Soruk catorce años y Jun de la edad de Rin doce años. Todo comenzó cuando se sintió una gran explosión alrededor de todo Omashu cuando recién comenzaba la reunión, en ella se encontraban de parte de la nación del fuego Zuko, Katara, sus hijos Hakoda, Ursa y Kanna, además de su buen tío Iroh, representando a Ba Sing Se sé encontraba el rey y su esposa, en Omashu el hijo de Bhumi junto a su esposa, las tribus de agua tenían a Sokka, su esposa Suki y a sus hijos Jamir y La Tsu. Y por el lado del Avatar estaba Aang y Toph como su esposa.

- ¿Qué fue eso? – Pregunto Zuko preocupado.

- Ese sonido se me hace familiar – Pensó el avatar rascándose la cabeza.

- A mi igual – Agrego Sokka – Es como la vez en que nos tiramos por el servicio de mensajeria de Omashu, si esa era tu gran idea.

- Y eso es lo que fue – Agrego Toph.

- ¡Qué, qué! – Le rey de Omashu se levanto rápidamente a observar la ciudad al igual que los demás, lo único que pudieron ver fue una gran levantamiento de polvo por uno de los carriles y gritos… y si gritos familiares.

- No me digas que… - Katara tenía un tic nervioso para ese momento, solo por imaginar que sus hijos estaban allí, en lo que sintió que Toph golpeaba a Aang en el brazo.

- Eso es por contarles lo que hiciste – Zuko prefería no pensar nada, sus hijos desde pequeños habían mostrado sus actitudes temerarias, Katara estaba quieta recordando y a la ve recordando el pánico que sintió al tirarse por allí, Sokka sonreía alegre que Jamir y La Tsu no tuvieron primos antes y no tuvo que sufrir así.

- ¡Estos niños no saben todo el daño que están haciendo! – Reclamaba espantado el rey de Omashu - ¡Todas las refacciones que tuvimos que hacer después del ultimo incidente hace años, cuando unos niños en el periodo en que mi padre aún vivía dañaron el servicio de la misma manera! – La condena y la culpa de aquello se poso sobre el rostro de Aang, Katara y Sokka.

- ¿tuviste que ver en ello? – Pregunto Zuko a su esposa, escuchando los gritos de sus hijos mientras aún viajaban por el servicio de mensajeria.

- ¡No fue mi culpa!… Ah Aang se le ocurrió – En eso tartamudeo – Además antes de irnos el se tiro de nuevo junto con el rey.

- ¡Mi padre hizo que! – El rey de Omashu estaba espantado, mientras que los reyes de Ba Sing Se sé divertían a costa de todos - ¿Ahora quien pagara los daños?

- Yo pagare una parte – Dijo Toph, la cual aún tenía la herencia familiar.

- Eso se ve divertido… debí de acompañarlos – sonrío Iroh obteniendo la mirada de todos sobre él.

- ¿Lo sabías? – Pregunto Zuko, lo cual le fue contestado con las típicas sonrisa de Iroh-. Yo deberé pagar lo otro, ya que mis hijos son mayoría allá y mi tío estuvo en el complot – En eso Katara salio espantada a la guardería, Zuko la siguió. Al llegar a ella vio como abrazaba a sus dos hijos pequeños Aylen y Saio.

- ¿Qué pasa mamá? – Pregunto la pequeña.

- Nada, nada… solo quería ver si estaban bien.

- Eso quiere decir que el resto esta allá ¿cierto? – Pregunto Zuko al entrar.

- Si, con suerte no se los llevaron a ellos.

Por otro lado los chicos se encontraban en la última vuelta antes de llegar al final del camino, Gyatso decidió acelerar un poco con su aire control, mala idea, salieron volando del camino hasta chocar con una carreta de coles, uno tras uno, los cinco vagones que ocuparon.

- ¡Las coles! – Reclamaba un joven vendedor -. Mi padre va a matarme -. Decía entre sollozos, mientras que los chicos trataban de arrancar, sabría que los castigarían por esto ultimo. Aunque no alcanzaron a llegar más allá, en el frente se encontraron con Zuko seguido por Katara quien llevaba a sus dos hijos menos y Toph quien dejo a Aang atrás, no servia para dar castigos.

- Veo que se divirtieron – Les dijo seriamente, absolutamente todos tenían una pequeña sonrisa nerviosa -. Soruk, Rin, Mei Ling, Roku¿tienen algo que decir? – Sus hijos tragaron fuerte, estaban sudando frió, sabían que venía un castigo -. Ya que no tienen nada que decir, yo si tengo – Dijo Zuko más serio aún – Casi matan a su madre de la preocupación, voy a tener que pagar los gastos de sus daños, incluyendo al pobre joven que le han roto su carreta con coles… Así que no me queda más remedio que castigarlos, nada de salidas con los amigos, nada de salir al jardín a jugar o practicar, saldrán de sus habitaciones solo para ir a comer e ir a la escuela, y harán todos sus quehaceres solos, nada de sirvientes… entendido – Les dijo más fuerte.

- Si señor – Les respondieron sus hijos cabizbajos.

- Ahora vayan al salón donde se suponía que deberían haber estado – Sus hijos se les adelantaron callados, mientras que toph se dirigía a los suyos propios.

- Lo mismo ira para ustedes… y pobre de pedirle a su padre ayuda, recuerden que se cuando mienten – Los dos niños siguieron a sus primos.

Aquella vez fue memorable, como muchas otras veces, como cuando en el día de la boda de Kanna, Keian y Zau, los mellizos de cinco años entonces mancharon el vestido de novia de su hermana justo antes de la boda y culparon al ultimo de sus hijos Haruk de tres entonces. Gracias a Toph lo verdaderos culpables fueron encontrados, pero Katara tuvo que hacer malabares para poder arreglar el vestido de su hija quien estaba desconsolada llorando en su habitación.

- ¡Mamá!… ¿como pudiste haber tenido a un par de diablillos como ellos?

- Si te reconforta, no esperaba tener más hijos después de ti – Le sonrió Katara.

- Entonces¿Cómo es que llegaste a tener doce hijos?

- No lo se… el destino quería que fueran doce, desde que tu abuelo Iroh que descanse en paz dijo que serían doce.

- ¡Él dijo eso! – Pregunto limpiándose las lágrimas, mientras Katara, ponía un pequeño adorno floral sobre la mancha del vestido.

- Si, más bien su proclamación fue “Si quieren un maestro fuego para dirigir la nación en el futuro, alguno de los futuro doce hijos que quieren tener maestro fuego tendrá que ser” – Dijo imitando la voz de Iroh -. Pero claro, el que quería tener doce nietos era él – Rió al final al igual que su hija.

- Y con suerte alcanzo a vernos a los doce, Haruk nació días antes de que abuelito Iroh se fuera – dijo mirando con melancolía hacía el horizonte.

- Si, a los doce y bien mezclados – Dijo Katara sonriendo – Aunque mientras más jóvenes menos mezcla.

- ¿A que te refieres mamá?

- Desde Hakoda hasta Roku mostraron la mezcla que hay entre nosotros, los maestros fuego de la familia en esa instancia son como yo físicamente, pero de ojos dorados, y los maestros agua son como tu padre pero de ojos azules, en cambio Aylen, Keian y Haruk son como yo totalmente con ojos azules y aylen y Keian muestran ser maestras aguas, si Haruk resulta igual que tus hermanas, sería el único hombre en la familia siendo maestro agua. Y por otro lado Saio y Zau son idénticos a tu padre y muestran ser maestros fuego.

- Te falto Rin.

- ¿Qué pasa con Rin? – Pregunto Katara sonriendo al ver que el vestido estaba arreglado.

- Ella no es morena del todo, pero tiene el cabello castaño y es maestra fuego

- Rin no es morena ni de piel clara… mezcla mayor – Rió Katara.

- Bueno, eso ya no importa – Dijo estaba vez observando sonriente su vestido – Lo importante es que todos somos sus hijos¿o no?

- Así es – sonrió melancólicamente, ayudando a su hija a prepararse para su boda -. Y decir que deberé pasar por esto ayudando a tus hermanas unas cinco veces más.

- Mamá no te pongas triste, ya tengo veintitrés años y he encontrado a la persona con la que pasare el resto de mi vida – Dijo sonriendo a su madre frente al espejo -. De hecho, deberías preocuparte de que Ursa no se ha casado.

- No me preocupa, se casara cuando encuentre que deba casarse.

- ¿Ah que edad se casarón tu y papá?

- Yo tenía dieciocho – Dijo Katara recordando en el tiempo –. Pero me hubiera casado con él años antes de eso.

- ¡Pero eras muy joven! – exclamo algo sorprendía su hija.

- La guerra te hace madurar antes, y hacer las cosas antes, para disfrutar las pequeñas alegrías lo que mas puedas sonrió Katara melancólica, su hija ya tenía el vestido puesto y se observaba, en eso toco el adorno floral compuesto de una rosa blanca y unas margaritas que había hecho para reparar la mancha que tenía sobre el busto a causa de los pequeños – El rosal de donde proviene esta rosa hizo que tu padre y yo estuviéramos juntos, no solo puse la rosa para tapar la mancha, sino para traerte buena suerte… a mi me la dio – Dijo sonriendo a su hija.

- Tu nunca cortas las rosas de ese rosal – Dijo su hija mirándola algo asombrada.

- Siempre hay una primera vez, y esta vez es algo especial… además ese rosal lo trajo tu padre el día de nuestra boda… digamos que va con el tiempo, la ultima vez que corte una rosa, fue una azul y se la di a tu hermano el día de su boda… me dijo lo mismo que tu – sonrió nuevamente, su hija se dio la media vuelta y la abrazo.

- Creo que lo mejor es que tu tengas esto – Dijo sacándose el collar de su madre.

- Mamá, ese collar es muy especial para ti, pertenecía a la abuela, no puedo tenerlo – Dijo mientras evitaba que su madre lo colocara.

- Mi abuela se lo dio a tu madre, y ella a mí, y yo he decidido pasártelo a ti… cuídalo mucho, es muy especial… incluyendo para tu padre – Sonrió nuevamente, al igual que Kanna, la cual observaba el pendiente en su cuello, el cual secretamente había atesorado.

El día paso, la boda se celebro, cuando todo termino, Zuko se junto con su esposa quien miraba la luna por la ventana de su habitación.

- Si cuando nos casamos me hubieran dicho que en más de treinta años estaría celebrando la boda de mi hija, no le hubiera creído para nada… así como que mi hija usaría el collar que una vez utilice para casar al avatar. – Katara rió al recordar aquella época, pero agrego.

- No le creíste a tu tío cuando dijo que tendría doce nietos – Le respondió Katara acercándose aún más a él para abrasarlo.

- Si, pero lo importante de todo esto es que falta mucho tiempo para que me empiece a sentir un viejo decrepito – Dijo sonriendo abiertamente.

- ¿Por qué lo dices? – Pregunto algo sorprendida ante la actitud de su esposo, quien ya estaba por los cincuenta.

- Con la edad que tengo, si bien mis hijos mayores se están casando, aún tengo hijos menores que depende de mí.

- Eres un tonto… - Sonrío Katara observando a su esposo quien momentáneamente parecía ser el joven con quien se caso, lo mismo le paso a Zuko, quien recordó todos los momentos juntos.

- Soy tú tonto, solo tuyo – Y la beso.

En cada boda como su propia tradición Katara le dio a sus hijos una rosa del rosal, en aquel rosal siempre crecía la misma cantidad de rosas y del mismo tipo, pero cada vez que una era cortada nunca más crecía otra que la reemplazara, y fue así que al final de sus días solo quedaban dos rosas, y estas no eran como cualquier rosa, una era blanca con el borde azulado y la otra era azul con el borde blanquecino.

Y es así como un día de aquellos los soberanos de la nación del fuego murieron inexplicablemente al mismo tiempo de forma natural, juntos mientras dormían, dejan dejando atrás aquella nación cuyos días de oscuridad desaparecieron haciendo volver gracias a su esfuerzo los días de nobleza y gloria de aquella nación. Sus hijos con una inmensa tristeza los despidieron como se merecían; fueron enterrados juntos, como murieron. Ha Katara en sus manos Kanna puso la rosa azul con el borde blanquecino y Ursa puso en las manos de su padre la rosa blanca con bordes azulados y entre ambos se posaba una humilde rosa blanca, la cual sus padres cuidaron como un tesoro; Dado ello, el rosal siguió viviendo, pero nunca más volvió a dar una rosa.

Con el tiempo sobre la tumba se sus padres, sus hijos pusieron una hermosa placa, adornada por un borde de flores, rosas para ser exactos, en la cual decía.

Aquí yacen los restos

Del Señor del Fuego Zuko el Mejor Maestro fuego de su época

Y su Dama Katara la Mejor Maestra Agua de su época.

Quienes lograron devolver

El honor y la gloría a está nación

Después de la guerra de los cien años

Habiendo también participado en el fin de esta

Junto al avatar Aang, al cual sirvieron como maestros.

Dejando atrás a sus queridos hijos

Y a su gran familia los cuales seguirán su ejemplo

Para lograr de esta nación un lugar mejor cada día.

--Fin--
Dos cosas... llore cuando escribi esto XD.
Además estaba resfriada, así que si esta inocherente culpen a la fiebre.

Cuidense mucho ^^

Aralys.

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© 2008 - 2024 Aralys
Comments2
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AnimDa's avatar
pues me gusto mucho si eres la autora te admiro solo aunque siento que se hablo mucho de katara y zuko ya no supe que paso con aang toph soka y suki pero fue muy buena y al = casi lloro haha buen trabajo